Hace años cuando viajaba llevaba una cámara de cartón Kodak con capacidad para 24 fotografías, en aquellos años me hubiera parecido imposible poder tener los recuerdos que actualmente tengo de los viajes que he hecho en la última década.
Recuerdo esos primeros viajes por el norte de Irlanda (Limerick, Galway, Donegal y pasar a Omagh); aquel viaje por Escocia, donde recorrí Edimburgo, Glasgow, Fort William, Inverness y regresé a Londres; o aquel verano por Suiza recorriendo Ginebra, Lausana, Berna y Basilea antes de llegar al lago Annency y pasar allí una semana antes de ir a Chamonix en Francia y subir en el telecabina que da la salida a los montañeros que suben al Mont Blanc, entre otros muchos viajes que realicé con fotografías en papel o con cámaras de fotos digitales de un tamaño considerable, o aquella aventura por el norte de Italia cuando me robaron en Florencia, después de haber estado recorriendo Roma, Rímini, Venecia, los Dolomitas, Milán, Génova, Pisa y en Florencia, todo mi dinero desapareció, mi documentación seguro que acabó en una papelera, pero el destino hizo que conociese a tres sevillanos en un Seat Panda, donde los cuatro con nuestras mochilas recorrimos la Toscana y llegamos a Roma al pasar una semana del robo (a ellos también les robaron, en Milán), pero todo se solucionó rápido y pasamos unos grandes días juntos, al llegar a Roma el Consulado español me emitió un salvoconducto para regresar a España.
En los últimos años he hecho viajes más espectaculares, ya utilizando las redes sociales como manera de almacenar las vivencias que he tenido, para compartir con otros cómo entiendo la vida o simplemente para seguir en contacto con esa gente interesante que se me ha ido cruzando por el camino. Ese viaje a Tanzania usando un blog, el viaje por Marruecos en coche con tres amigos utilizando Facebook, el viaje a Tailandia y Camboya con un nuevo blog de viajes o el último gran viaje que he realizado, a California utilizando Twitter, donde disfruté de los grandes parques nacionales americanos; en todos ellos, las redes sociales han hecho posible que pueda ser consciente de lo que uno vive cuando viaja y todo lo que la memoria olvida cuando pasa el tiempo.
Personalmente, las mejores experiencias de mi vida las he tenido viajando, también ha habido momentos, en donde uno piensa: “Qué hago aquí, con lo bien que estoy en casa”, pero al final uno es aquello que ha vivido, y sobre todo, mis vivencias han hecho que sea la persona que soy hoy en día.
En esta última experiencia fuera de España, mis dos semanas en Cork en un curso específico para mejorar mi inglés, más de 50 tuits plasman en texto e imágenes todo lo que dentro de poco olvidaré, lo que dentro de unos años revisaré si vuelvo a Irlanda y me hará recordar lo vivido, y si estos tuits sirven para animaros a viajar, salir y conocer gente increíble, disfrutar de una cultura distinta, de unos hábitos que a uno le cambian su manera de ver el mundo o sobre todo, que os deis cuenta de todo lo que uno vive en dos semanas fuera de casa y abandona durante un tiempo las rutinas diarias o los quehaceres que nos ocupan la mayor parte de nuestras vidas.
En definitiva, estas dos semanas se resumen en toda esta cantidad de información que se genera gracias a las redes sociales y sin duda, los tuits de mis dos semanas por Irlanda son un ejemplo de cómo las nuevas tecnologías pueden servir para animar a otros a vivir experiencias parecidas:
Nota: Tecnología utilizada estas dos semanas ha sido, Twitter, Blogger, Strava y Picasa.